ENERO 27
Todos anhelamos la alegría, una verdadera alegría, pero no siempre la conseguimos.
Si quieres estar triste, piensa solamente en ti; si quieres estar alegre, piensa en Dios. Al pensar en ti, encontrarás sobrados motivos para la tristeza, porque tú eres muy poca cosa, muy limitada y muy débil; en cambio, al pensar en Dios, hallarás razones serias para alegrar tu espíritu, ya que Dios es bondad y amor, y la bondad y el amor no pueden menos de producir una sana alegría.
El que está lejos de Dios, el que vive lejos de Dios o prescindiendo de Dios, está alejado de la fuente de la alegría y de la paz; en cambio, el que vive en El y con El, queda absorbido por la paz del Señor, que colma sus deseos de felicidad.
Y entonces es cuando uno descubre que la vida merece vivirse; y que uno puede tener paz, aun en los fracasos y en las propias deficiencias.
Nadie tiene tantos motivos para vivir hondamente feliz, como el cristiano.
Todos anhelamos la alegría, una verdadera alegría, pero no siempre la conseguimos.
Si quieres estar triste, piensa solamente en ti; si quieres estar alegre, piensa en Dios. Al pensar en ti, encontrarás sobrados motivos para la tristeza, porque tú eres muy poca cosa, muy limitada y muy débil; en cambio, al pensar en Dios, hallarás razones serias para alegrar tu espíritu, ya que Dios es bondad y amor, y la bondad y el amor no pueden menos de producir una sana alegría.
El que está lejos de Dios, el que vive lejos de Dios o prescindiendo de Dios, está alejado de la fuente de la alegría y de la paz; en cambio, el que vive en El y con El, queda absorbido por la paz del Señor, que colma sus deseos de felicidad.
Y entonces es cuando uno descubre que la vida merece vivirse; y que uno puede tener paz, aun en los fracasos y en las propias deficiencias.
Nadie tiene tantos motivos para vivir hondamente feliz, como el cristiano.
"El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le dé, se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna"
(Jn, 4, 14).