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Enero 22
Saber callar, cuando hay que callar, es toda una sabiduría;
pero saber hablar, cuando hay que hablar, no es menor sabiduría.
Hablar cuando es conveniente callar, es condenarse al fracaso;
es echar a perder las cosas o quizá empeorarlas.
Callar cuando es prudente hablar,
es signo indudable de cobardía; es no cumplir con el deber.
El silencio será beneficioso cuando sea más prudente callar;
será dañino cuando surja la obligación de hablar.
La palabra será útil y productiva
cuando salga de un generoso deseo de ayudar al hermano;
será contraproducente cuando vaya envuelta en sentimientos egoístas
o en deseos de humillación para los demás.
Silencio y palabra, callar y hablar...
habrá que irlos moderando y aplicando con prudencia;
con esa prudencia que los convertirá de vicios en virtudes.
"Guarda del mal tu lengua; tus labios,
de decir mentira; apártate del mal y obra el bien,
busca la paz, anda tras ella"
(Salmo 34, 14).
"La lengua es un miembro pequeño,
puede gloriarse de grandes cosas
Ningún hombre ha podido domar la lengua;
es mal turbulento, lleno de veneno mortífero"
(Sant, 3, 5-8).
Extraído del Libro: "Los cinco Minutos de Dios" de Alfonso Milagros
Meditaciones para cada día del año
Editorial Claretiana .