24 de Febrero
Con frecuencia la vida se convierte
en un juego de naipes en el que triunfa el as.
La diferencia está en que para unos el as mayor es el as de oro,
para otros el de espada,
para no pocos el de bastos
y no faltan quienes eligen el de copas.
As de oro
para los que ponen sus esfuerzos en almacenar riquezas
a toda costa y sin reparar en miramientos
o en delicadezas de conciencia que se juzgan puritanas;
as de oro con el que se piensa se pueden ganar todas las partidas,
incluso la partida de la felicidad.
As de espadas
para quienes todo lo quieren conseguir con la fuerza,
sea de las armas, sea de las leyes políticas o sindicales.
As de bastos
para quienes pretenden arreglar el mundo a garrotazos,
con violencia, con secuestros, con odios, guerras y crímenes.
As de copas
para los despreocupados que tratan de ahogar en vino y licores,
en fiestas y comilonas los sinsabores diarios,
los problemas acuciantes para la sociedad
o el vacío que ellos experimentan en su interior,
por falta de un sentido para su vida.
¿Será eso la vida? ¿Un juego de naipes?
“Cantaré al Señor toda mi vida,
mientras yo exista, celebraré a mi Dios”
(Sal 104,33).
“Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán;
así te bendeciré mientras viva”
(Sal 63,4-5)
* P. Alfonso Milagro