23 de Enero
Deberás esforzarte por ser valiente y por ser virtuoso;
pero de poco te servirá ser una y otra cosa si no eres prudente.
Es que la prudencia rige los actos de todo el hombre,
de toda la vida y todas las demás virtudes del hombre dejan de serlo,
no bien dejen de ser regidas por la prudencia.
La valentía sin prudencia se convertirá en arrogancia; l
a virtud sin prudencia será ostentación,
cuando no presunción.
La prudencia no reconoce excesos,
no se extralimita nunca;
sabe del justo equilibrio en todas las cosas
y en todos los momentos.
Pero, ¡cuidado!, no confundas prudencia con timidez,
con miedo, con no querer arriesgarse,
porque entonces habrás caído en la cobardía
y en ninguna parte habrás leído que la cobardía sea una virtud;
como la prudencia nos aleja de la arrogancia,
también nos aparta de la cobardía.
El apóstol ha de ser prudente, pero nunca tímido;
con la prudencia de espíritu y no con la de la carne.
“Los deseos de la carne conducen a la muerte:
pero los del espíritu a la vida y la paz…
Si viven según la carne morirán,
pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán”
(Rom 8,6-13)
* P. Alfonso Milagro
pero de poco te servirá ser una y otra cosa si no eres prudente.
Es que la prudencia rige los actos de todo el hombre,
de toda la vida y todas las demás virtudes del hombre dejan de serlo,
no bien dejen de ser regidas por la prudencia.
La valentía sin prudencia se convertirá en arrogancia; l
a virtud sin prudencia será ostentación,
cuando no presunción.
La prudencia no reconoce excesos,
no se extralimita nunca;
sabe del justo equilibrio en todas las cosas
y en todos los momentos.
Pero, ¡cuidado!, no confundas prudencia con timidez,
con miedo, con no querer arriesgarse,
porque entonces habrás caído en la cobardía
y en ninguna parte habrás leído que la cobardía sea una virtud;
como la prudencia nos aleja de la arrogancia,
también nos aparta de la cobardía.
El apóstol ha de ser prudente, pero nunca tímido;
con la prudencia de espíritu y no con la de la carne.
“Los deseos de la carne conducen a la muerte:
pero los del espíritu a la vida y la paz…
Si viven según la carne morirán,
pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán”
(Rom 8,6-13)
* P. Alfonso Milagro