ENERO 12
Si no con frecuencia, al menos de cuando en cuando te sorprendes a ti mismo después de un altercado, de una disputa, de una verdadera pelea con los tuyos, con los que más amas en la vida, o con los que te están rodeando a diario por motivo de trabajo, de vecindad, etc....
Y después del altercado, después de haberte dejado llevar de tu nerviosismo, ya sereno, comenzaste a recordar lo pasado y viste que ellos tenían razón, y no tú.
Otras veces has visto con claridad que la razón era tuya, pero que fuiste bastante niño y terco en la defensa de tu razón.
Consecuencia: que en toda discusión, en todo altercado has salido perdiendo, que siempre toda pelea ha resultado negativa, que nunca sirvió para esclarecer la verdad, o para acercar los corazones; más bien los alejó, los agrió; con la razón de tu parte o en contra tuya, quedaste bastante lejos de los tuyos, amargado con los tuyos; ¿valía la pena, entonces, el altercado?
El Espíritu Santo nos aconseja: "Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por ser acepto a Dios" (Eccli, 3, 17).
"Sé pronto en escuchar y tardo en responder' (Eccli, 5, 11).
“Gloria y deshonra caben en el hablar, y en la lengua del hombre está su ruina" (Eccli, 5, 13).
Será, pues, muy prudente pensar antes de hablar, pensar si tenemos que hablar o callar y pensar cómo debemos hablar.
Si no con frecuencia, al menos de cuando en cuando te sorprendes a ti mismo después de un altercado, de una disputa, de una verdadera pelea con los tuyos, con los que más amas en la vida, o con los que te están rodeando a diario por motivo de trabajo, de vecindad, etc....
Y después del altercado, después de haberte dejado llevar de tu nerviosismo, ya sereno, comenzaste a recordar lo pasado y viste que ellos tenían razón, y no tú.
Otras veces has visto con claridad que la razón era tuya, pero que fuiste bastante niño y terco en la defensa de tu razón.
Consecuencia: que en toda discusión, en todo altercado has salido perdiendo, que siempre toda pelea ha resultado negativa, que nunca sirvió para esclarecer la verdad, o para acercar los corazones; más bien los alejó, los agrió; con la razón de tu parte o en contra tuya, quedaste bastante lejos de los tuyos, amargado con los tuyos; ¿valía la pena, entonces, el altercado?
El Espíritu Santo nos aconseja: "Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por ser acepto a Dios" (Eccli, 3, 17).
"Sé pronto en escuchar y tardo en responder' (Eccli, 5, 11).
“Gloria y deshonra caben en el hablar, y en la lengua del hombre está su ruina" (Eccli, 5, 13).
Será, pues, muy prudente pensar antes de hablar, pensar si tenemos que hablar o callar y pensar cómo debemos hablar.