MAYO 9
Por más que no lo quieras, en tu vida no podrás nunca prescindir del dolor
El dolor es una realidad que no depende de nosotros; se nos hace presente, queramos o no queramos; incluso se nos hace encontradizo cuanto menos lo queremos.
Pero si no podemos evitar el dolor, está en nuestras manos el saberle dar un sentido u otro, el adoptar frente a él una u otra posición, muy distinta por cierto una de otra.
Si al sufrir te enojas y protestas, con ello nada bueno consigues; solamente aumentas el sufrimiento y haces daño a tu cuerpo en su parte nerviosa y a tu espíritu en tus relaciones con Dios.
Si al sufrir aceptas el sufrimiento, le das un verdadero sentido, lo conviertes en algo positivo, eficiente, salvador y redentor de ti y de los demás; con ello te estás dignificando.
Si al sufrir llegas a amar al sufrimiento, será porque ya te ha acercado a Dios y has llegado a comprender que no es posible amar sin sufrir, ni sufrir sin amar.
El justo ha de convertir al mero dolor en auténtico sacrificio ofrecido al Señor con amor y por amor
El dolor es una realidad que no depende de nosotros; se nos hace presente, queramos o no queramos; incluso se nos hace encontradizo cuanto menos lo queremos.
Pero si no podemos evitar el dolor, está en nuestras manos el saberle dar un sentido u otro, el adoptar frente a él una u otra posición, muy distinta por cierto una de otra.
Si al sufrir te enojas y protestas, con ello nada bueno consigues; solamente aumentas el sufrimiento y haces daño a tu cuerpo en su parte nerviosa y a tu espíritu en tus relaciones con Dios.
Si al sufrir aceptas el sufrimiento, le das un verdadero sentido, lo conviertes en algo positivo, eficiente, salvador y redentor de ti y de los demás; con ello te estás dignificando.
Si al sufrir llegas a amar al sufrimiento, será porque ya te ha acercado a Dios y has llegado a comprender que no es posible amar sin sufrir, ni sufrir sin amar.
"El sacrificio del justo es aceptado,
su memorial no se olvidará;
con ojo generoso glorifica al Señor
y no escatimes las primicias de tus manos"
(Eccli, 35, 6-7)
El justo ha de convertir al mero dolor en auténtico sacrificio ofrecido al Señor con amor y por amor