ENERO 16
Las dificultades están hechas para superarlas y no para dejarse superar por ellas; porque en la vida, quieras o no quieras, hallarás no pocas dificultades.
No temas los golpes de la dificultad; a veces son duros, son crueles, pero el atleta no se hace entre sábanas, sino en las pistas; el sabio no resulta de las diversiones, sino de los estudios; el santo no es fruto de contemplaciones, sino de vencimientos; el hombre no se hace entre blanduras, sino bregando con la dificultad.
Los espartanos con frecuencia azotaban a sus hijos, para hacerlos fuertes y resistentes; así llegaron a ser aquel esforzado pueblo indomable. A latigazos de sacrificios te harás hombre y llegarás a ser santo.
Tu palanca será la oración, pero también el sacrificio, que te moverá a negarte muchas cosas, y eso por amor; por amor a Dios y por amor a los hermanos.
"Sin efusión de sangre, no hay remisión" (Heb, 9, 22).
Sin la muerte de Cristo no hubiéramos nosotros gozado de la Vida, y sin tu propia inmolación, sin tu palanca de sacrificio, algunos de tus hermanos no recibirán la gracia.
La cruz no pesa cuando estamos de colores; los colores de la gracia no sólo dan hermosura, sino sobre todo fuerza.
Las dificultades están hechas para superarlas y no para dejarse superar por ellas; porque en la vida, quieras o no quieras, hallarás no pocas dificultades.
No temas los golpes de la dificultad; a veces son duros, son crueles, pero el atleta no se hace entre sábanas, sino en las pistas; el sabio no resulta de las diversiones, sino de los estudios; el santo no es fruto de contemplaciones, sino de vencimientos; el hombre no se hace entre blanduras, sino bregando con la dificultad.
Los espartanos con frecuencia azotaban a sus hijos, para hacerlos fuertes y resistentes; así llegaron a ser aquel esforzado pueblo indomable. A latigazos de sacrificios te harás hombre y llegarás a ser santo.
Tu palanca será la oración, pero también el sacrificio, que te moverá a negarte muchas cosas, y eso por amor; por amor a Dios y por amor a los hermanos.
"Sin efusión de sangre, no hay remisión" (Heb, 9, 22).
Sin la muerte de Cristo no hubiéramos nosotros gozado de la Vida, y sin tu propia inmolación, sin tu palanca de sacrificio, algunos de tus hermanos no recibirán la gracia.
La cruz no pesa cuando estamos de colores; los colores de la gracia no sólo dan hermosura, sino sobre todo fuerza.