FEBRERO 6
Por poco que nos examinemos a nosotros mismos, fácilmente descubriremos que todos pretendemos cambiar y mejorar a los demás. Todos pensamos que el mundo iría mejor si los demás cambiaran.
Y lo que se dice del mundo, hay que afirmarlo en concreto del propio hogar, de la esposa, de los hijos, de los amigos, de los dependientes, de los jefes o amos, del gobierno... siempre son los otros los que deben cambiar.
Y no nos convencemos de que, en tanto no cambiemos nosotros y mejoremos interiormente, es inútil que intentemos cambiar y mejorar a los demás; que el mundo, el hogar, el ambiente cambiarán en tanto en cuanto cambiemos y mejoremos nosotros.y por ello, nada mejor que acercamos a Dios: cuanto más cerca de El estemos, más mejoraremos
Debemos detectar los ambientes más necesitados de cambio y mejoramiento. Y para ello es imprescindible que nosotros "Pisemos fuerte en la vida", a fin de infundir seguridad en los demás.
Para ello deberemos injertarnos en Cristo, como el sarmiento en la vid. "
Permaneced en mí, como yo en vosotros.
Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí"
(Jn, 15,4-7).
Sin la gracia, ¡qué equivocado vivía! Ahora con la gracia, ¡se está reestructurando mi vida!
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