FEBRERO 16
Parecería que son tres las actitudes que podemos adoptar frente a la realidad del mundo:
-La primera sería la actitud de mirar al cielo, sin hacer caso de la tierra, algo así como los apóstoles se quedaron mirando al cielo cuando Jesús se apartó de ellos
-La segunda, por el contrario, es la que prevalece hoy: de mirar más bien a la tierra y centrarse en el tiempo, sin mayores preocupaciones de orden superior
-Pero la tercera ha de ser la de fijar los ojos en el cielo, pero teniendo los pies en la tierra; bien clavados los ojos y bien fijados los pies; ni cielo sin tierra, ni tierra sin cielo.
Hay un compromiso espiritual y un compromiso temporal, que impiden que el hombre cristiano sea un despreocupado. De todo tiene que preocuparse y de todo tiene que responsabilizarse.
Este es el verdadero tercer mundo, la auténtica tercera posición, que nos ubica debidamente en nuestro pensamiento y en nuestra acción.
"Por todo aquel que se declare por mi ante los hombres,
yo también me declararé por él ante mi Padre,
que está en los cielos"
(Mt, 10,32)
. Ya nos dice un Santo Padre: "el cristiano que no evangeliza, es un apóstata".
Que el mundo esté de colores, es mi sueño y mi ideal. Ya Cristo cuenta conmigo, y yo con su gracia más.