La fé fingida

JULIO 17



Antonio Aradillas te insta a que pidas perdón a Dios por aquellos mármoles, que en los templos no fueron mármoles, sino marmolina o mármol pintado; y por la seda que fue sedalina; y por las velas, que sólo tuvieron de velas su forma alargada y fueron palos largos pintados de blanco; y por los ramos de flores, que fueron papeles o trapos u objetos de plástico.

Más que un obsequio al Señor, un objeto auténtico, es una mueca de desprecio al Único Auténtico y además un índice desdichado de nuestras falsías, de nuestras ilegitimidades y de nuestros fingimientos humanos.

De eso sí deberás pedir perdón a Dios: de todo aquello que mostraste, sin ser en realidad; de tu piedad fingida, de tu amor falsificado, de tu entrega con doble finalidad, cuando no con triple o más inconfesables intenciones.

Con ojos de carne no es posible ver y con labios de barro no es posible orar; te sobra carne; te falta espíritu.



“Al sacrificar a Yahvéh un sacrificio de alabanza,
lo haréis de tal modo, que os sea aceptado"
(Lev, 22, 29).


Para el cristiano no rigen las prescripciones rituales del Antiguo Testamento, pero sigue rigiendo más imperiosamente afín, si cabe, la obligación de ofrecer el sacrificio al Señor: el Sacrificio Eucarístico de ofrecerlo con amor por amor.



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